Soy una persona organizada a niveles patológicos o al menos
intento serlo y para ello cuento con una libreta de Jordi Lavanda para hacer
muchas listas -a veces hago listas de las listas entrando en un bucle
enfermizo- y tengo dos agendas y eso que soy una mujer parada con pocas citas
importantes. Así que ya os podéis
imaginar la que traigo liada con el advenimiento del cigoto,
preparándolo todo con toda la rapidez de la que soy capaz y a escondidas de la
pelirroja, cuyo aliento noto detrás de la oreja cada vez que me dispongo a
hacer algo relacionado con el hermanísimo y que, por supuesto a ella le parece
lo más interesante del mundo. En cualquier caso, mis tareas de estos días son
las siguientes:
1.- Limpiar la casa.
O al menos lograr que aparente estar limpia de cara a las futuras visitas que
la invadirán una vez que cigoto vea la luz. Así que me propongo hacer una tarea
desagradable al día, esto es, limpiar las ventanas, por supuesto, justo el día
antes de que llueva y yo entre en cólera, ordenar los armarios, algo que me
encanta si no fuera porque la pelirroja me persigue y se prueba a escondidas
toda mi ropa y luego la hace bolas y la estampa al fondo del cajón para
'ayudalme', limpiar las puertas y sentarme y levantarme del suelo haciendo
ruidos propios de un orco y otros muchos trabajos poco agradecidos. Al pater
por su parte lo tengo como empleado a tiempo parcial 'estrosaíto' limpiando
como yo -he de reconocer que a él le dejo las tareas más complicadas para mí o
las que más detesto por manías personales- y además demostrando sus dotes con
el bricolaje para que luego me deje los montajes cojos -el hecho de que siempre
sobren tornillos me mosquea especialmente- y la casa aún más sucia que antes,
que es lo que tiene jugar con cajas, poliespanes y taladradores, que de todos
es bien sabido que los carga el diablo.
2.- Preparar las
cosas de cigoto. Seleccionar, lavar, planchar y posteriormente esconder del
pelirrojismo todo el universo textil del cigoto, esto es, ropita, sábanas para
el coche, la cuna y la minicuna -no entiendo por qué no miden todas igual o
llevan un letrero grande que ponga 'CUNA' y que le facilite la vida a una madre
agotada e inútil como yo-, las toquillas, los arrullos y demás cosas que
finalmente no usaré que para eso vivimos en Málaga y en su epicentro de calor
infernal, pero que he de preparar para no volverme muy loca al final.
3.- Pintar la casa.
Bueno yo no, sólo me faltaría para morir de agotamiento. Sé que esto es una
locura fruto de un intenso síndrome del nido, pero es que es ver llegar la
fecha del parto y verlo todo tan pocilguero que no puedo con mi vida. Así que
vamos a pintar al menos el salón para que las visitas crean que toda mi casa
está igual de impoluta.
4.- Hacer las
galletas de fondant de recordatorio para el nacimiento. Que conste que sólo
las he hecho porque estaría feísimo no hacérselas al cigoto cuando se las he
hecho a otros recién nacidos que, aunque amados míos, no me salieron del útero,
pero es mirar el fondant y tener ganas de lanzarlo por la ventana junto al
rodillo y a las pocas fuerzas que me quedan. Para hacerlas a escondidas de mi
primogénita y de mis ganas de hacer las cosas bien, me han salido bastante
monas. Igual luego pongo una foto en el Facebook sólo para recibir piropos.
Aunque sean fingidos.
5.- Sesiones de
belleza. Y cuando digo belleza, me refiero a un mínimo de adecentamiento
para a) no asustar a nadie en el hospital por si acaso me ven sin pintar b)
sentirme menos calluna cuando desaparezca la gigantobarriga en pro de la
barriga blandiblú desorientada que ya tuve cuando nació el pelirrojismo c) no
morirme de pena cuando me vea reflejada en el espejo del hospital con los pelos
de Iñigo Montoya. Así que tengo cita con pedicura, manicura y cejas y además me
he comprado una sombra de ojos color fiestero-choni para iluminar la mirada y
que nadie note que me acaban de rajar el útero. La mar de bien.
Y entre todo esto,
tengo que lidiar con un pelirrojismo hiperactivo -es lo que tiene el calor y
las ganas locas de ver al hermanísimo-, un resfriado atascado en la nariz y en
los oídos, un cansancio nivel 'alguien me ha envenenado' y muchas pero que muchas ganas de hacerme la
muerta.
Ay.